Libertad

¡Oh qué fortuna el ser libre, y libre de veras, y poseedor de la más noble libertad, que es la libertad del pensamiento! No arrastrar la cadena de partido alguno; vivir independiente del poder; no haber de defender las faltas del uno ni las demasías de los otros; no ser responsable de las acciones ajenas; obrar en nombre propio; admirar sin creerse adulador; intentar ser justo sin querer ser enemigo; escuchar con oído imparcial; disfrutar de todas las buenas ideas, o criticar las malas, sea quien sea de quien procedan; y aplaudir todas las grandes acciones, bajo cualquier bandera que fuesen hechas. ¡Oh qué fortuna no contar con padrinos poderosos ni haber de serlo de nadie; no hallarse obligado a ninguna defensa, a ninguna acusación! ¡Ser libre, en fin! Pero no libre con la libertad intolerante; sino como aquella otra que nos deja usar de nuestro albedrío.

Vosotros, quienes sabéis apreciar el valor de esta libertad; los que buscáis la voz de la verdad desnuda de pasiones y partidos, de encarecimientos y de encono; los que alcanzáis a ver en el hombre y su sociedad una mezcla armoniosa de errores y de ridiculez, de grandeza y de bondad; vosotros podéis escuchar la voz de quien por sistema y por carácter intenta rendir sólo tributo a la verdad. Pero, por favor, esta confianza que os demando ha de ser voluntaria y espontánea, y no ha de ceder en mengua de la libertad de vuestro propio pensamiento. Si este simpatiza con el mío, si acierto yo a explicar las sensaciones de vuestras almas, entonces quiero que penséis como yo. Pero si no fuera así, y para ello hubierais de sacrificar alguna parte de vuestro albedrío, entonces prefiero quedarme a yo a solas, que es prioritario vuestro derecho a ser libres y además es mía la posibilidad de equivocarme.

Ramón de Mesonero Romanos,  Escenas Matritenses II, 1836

Y por la transcripción con algunos pequeños cambios, Verónica del Carpio Fiestas

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