-¿Qué opina usted de hormigones pretensados?
-No puedo opinar. No tengo ni idea de hormigones pretensados.
-Ya, bueno, pero ¿usted qué opina?
Sobre lo que esta bloguera, simple jurista, no sabe de hormigones pretensados se podrían escribir bibliotecas enteras, y, en efecto, están escritas, por ingenieros. Pero ha buscado en internet y así de primeras diría que en una primera aproximación quizá pueda ser útil este esquema
quizá para completarse con este segundo
¿Le parece insuficiente? La verdad es que esta bloguera tampoco ha entendido nada y tras esa búsqueda, sigue en el mismo punto: no puede opinar, y en efecto, por tanto, no opina, sobre hormigones pretensados porque no tiene ni idea sobre hormigones pretensados.
Y ahora sustituya usted «hormigones pretensados» por cualquier cuestión jurídica. O no jurídica. Por ejemplo, por ingeniería de ferrocarriles.
Hay extraterrestres jurídicos que dicen que antes de hablar de una sentencia, 1º hay que leérsela entera y 2º además, incluso siendo juristas e incluso muy expertos, si no es de la propia especialidad, porque el Derecho es amplísimo, escuchar a los juristas que saben del tema. Esta bloguera conoce extraterrestres jurídicos así, y suelen hablar poco, o si hablan se circunscriben a los temas que se acomodan al punto 1º y 2º. En relación con temas de ingeniería, también conoce extraterrestres ingenieriles así, y también suelen hablar poco, o si hablan se circunscriben y acomodan igualmente al equivalente ingenieril del punto 1º y del 2º.
Estos extraterrestres son ninguneados por los que en Españajistán de verdad saben al parecer, que son los que no son juristas, no se han leído la sentencia, no conocen el caso y no son especialistas en la materia, considerando estos factores conjunta o separadamente. Estos suelen hablar mucho. Tanto de sentencias como de ferrocarriles. Y de hormigones pretensados.
Así que cuando haya una sentencia de las gordas usted puede escoger una de tres cosas:
1.- Hablar sin más, preferiblemente sin leerla. Si escoge esta posibilidad usted deberá inclinarse a favor o en contra de lo decidido según el partido o la persona de sus simpatías; bien sabido es que toda sentencia que no da la razón ha de ser mala, y eso, como mínimo. Posibilidad B, dentro del apartado 1, echar un vistazo a Twitter antes de hablar; ahí encontrará tratados completos de ingeniería y de Derecho, en cómodas píldoras aforísticas, emitidos muchos de ellos por personas no identificadas, lo cual puede ser una ventaja porque el anonimato seguramente es garantía de independencia, conocimientos y responsabilidad.
2.- Antes de hablar, oír, y hacer caso de, tertulianos; esos omniscientes pluriopinantes que pluripontifican sobre lo que sea, incluyendo Derecho, ingeniería de ferrocarriles y hormigones pretensados. Algunos son juristas; únicos ejemplares mundiales de juristas especialistas simultáneos del máximo nivel en todas las numerosas ramas del Derecho. Escoja entre ellos, para formarse opinión, aquel que mejor le caiga, más grite o peor educación demuestre, o se atreva a hablar de más cosas. Por ejemplo, fíese para que le expliquen bien el Derecho del que sea capaz de hablar con seguridad más aplastante tanto de sentencias como de accidentes de ferrocarril, sobre todo, y muy especialmente, si aún no hay datos. O de hormigones pretensados.
O, posibilidad B dentro del apartado 2, para hablar, leer antes qué dice su periódico. Sea el que sea, el único que lea -solo hay que leer uno, claro-, ese periódico nunca tiene más intereses que el de la libre información, nunca es sectario y nunca comete errores. Ni en Derecho ni en ingeniería de ferrocarriles.
Que, por ejemplo, un periódico de referencia, El País, hace poco en sucesivas informaciones de la misma noticia (una demanda civil de protección del derecho al honor del difunto dictador Franco, interpuesta ante un juzgado de primera instancia, dirigida contra el autor de una obra artística), demuestre desconocer la diferencia entre un delito y un ilícito civil, la vía penal y la civil, llame «dictamen» a una «sentencia» y «acusación particular» al demandante, diga que el demandado en un pleito civil «se sienta en el banquillo», o sea, que no sepa ni distinguir el Derecho Civil del Derecho Penal y tampoco sepa lo que es una sentencia, solo significa que, informativamente, en Derecho, da lo mismo 8 que 80, y que, además, que sea así es irrelevante. Solo en Derecho.
Que no va usted a pensar que porque un periódico de referencia -y se ha escogido ese como se podía haber escogido otro, que esto es cotidiano y general, pero es significativo porque es de referencia-, cometa errores de ese grueso calibre en Derecho, motivo de suspenso fulminante para un alumno de carrera, vaya a pasar igual en el resto de temas, pongamos, por ejemplo, ingeniería de ferrocarriles o en hormigones pretensados. ¿O sí?
3.- O bien, para hablar, dedicar un tiempo a analizar e informarse.
La posibilidad 4, que es callarse, está de todo punto descartada, claro, y no la incluyo.
Si escoge lo segundo, ya podrá hablar de hormigones pretensados con pleno conocimiento de causa, cuando llegue el caso. Si se tercia, si un día se derrumba un puente, esos tertulianos hablarán del hormigón pretensado. Ya hablan, como los medios de comunicación que con tal precisión transmiten la información jurídica, de las ventajas e inconvenientes de la técnica de extracción de gas o petróleo del subsuelo conocida como «fractura hidráulica» o «fracking» que algunos ingenieros seguramente conocen, y tertulianos y medios de comunicación se explayan sobre ello con el mismo conocimiento de causa y la misma seguridad aplastante que cuando hablan de sentencias y casos judiciales.
De sentencias y casos judiciales, o de graves accidentes de ferrocarril sobre los que ingenieros de larga experiencia y elevada cualificación dicen
1) que es irresponsable opinar sin datos y
2) que además incluso dentro de los ingenieros de larga experiencia y elevada cualificación que tengan datos, los capaces de opinar son pocos.
Por mi parte, puestos a escoger entre los del desparpajo y los extraterrestres, prefiero a los extraterrestres. Porque los profesionales del desparpajo irresponsable no solo hacen gravísimo daño a las víctimas de los accidentes, como es evidente, y es intolerable, y demuestran el inexistente respeto que sienten por ellas y sus familias, y esto también es intolerable, sino, además, al derecho constitucional de defensa y al de presunción de inocencia y esto, finalmente, también es intolerable.
Verónica del Carpio Fiestas
–Con todo mi más profundo respeto, dedico este post a las víctimas del accidente de ferrocarril de 24 de julio de 2013, en Santiago de Compostela, y a sus familias. Las víctimas y sus familias se merecen que las opiniones técnicas que se viertan sobre las causas de su tragedia sean expresadas con seriedad por quienes de verdad saben, no de forma irresponsable por cualquiera sin cualificación ni datos para ello, de igual modo que se merecen que su intimidad y su imagen no sean agredidas por fotos y vídeos innecesarios so capa de la libertad de información.
Y también se lo dedico a dos derechos constitucionales: el de presunción de inocencia y el de defensa. En general y a los que existen también en este caso.–
Aunque lo lea con retraso, esta exquisita visión analítica de quienes utilizan otras visiones, que no lo son, a demás de decir verdades «como puños», es intemporal y no pasa nunca de moda, de la misma forma que no pasa de moda ir vestido de negro.
Señalar sobre todo, como digno ejemplo, las Sentencias mediáticas que todos comentan y que cuentan con un volumen considerable de páginas, que cuesta leer a quienes tenemos costumbre. En esos casos, los comentaristas a que te refieres ya están instruidos en un día de resoluciones de 50 páginas, que me pienso dos veces antes de leer sólo por estar correctamente informado. v.g. recuerdo la Sentencia de Apelación del Caso Ortega Cano, o el Auto «ad hoc» que revocaba la imputación de la Infanta, que además contaba con un voto particular, que en mi opinión daba en el clavo; o la Sentencia que condena a Roca (que se extiende a unos sencillos 5 tomos, y que requiere de su propio indice)… Resulta imposible, que estos legos en derecho hayan leído enteras dichas resoluciones, y más aún que las hayan entendido correctamente.
Soy claramente un Extraterrestre, me ha quedado claro 😉
Ah, cómo olvidar la STS que declara la nulidad del Indulto que Gallardón adjudicó al Kamikaze con alrededor de 15 votos particulares…
Me gusta el enfoque y entiendo el vicio que se trata de corregir, pero tengo un matiz.
«Si los españoles habláramos sólo de lo que sabemos, se generaría un inmenso silencio que podríamos aprovechar para estudiar», se le atribuye a Manuel Azaña.
Y bien es cierto. Pero depende de dónde estés y con quién estés, a veces hará o no falta conocer una sentencia en total profundidad para explicarla y hará o no falta conocer en profundidad todas las explicaciones científicas para explicar algo ingenieril. ¿A qué me refiero?
Bueno, estudio ingeniería 😉
Recientemente, con el tema de la doctrina Parot, uno asiste estupefacto al espectáculo televisivo de la liberación de terroristas y violadores (porque es un espectáculo, tienen que repasarte el historial completo de cada uno mientras tratas de disfrutar tu almuerzo). Y claro, las explicaciones no pasan más allá de los titulares. Con lo que me lanzo a Internet y contrasto dos o tres blogs al estilo de este, de divulgación para los que no sabemos (como los de «hayderecho.com») Y entonces comprendes los argumentos. Ya puedo explicarle a quien sea el origen de la doctrina Parot, el problema de la retroactividad de las leyes sancionadoras y cuatro cosillas que te permiten comprender más el caso e incluso leí algo sobre que podíamos no aceptar la sentencia y las consecuencias que teníamos que asumir.
De todo esto puedo hablar sin profundidad y con un lenguaje sencillo. Por supuesto cualquiera que estudie Derecho lo comprenderá mucho mejor que yo, pero mi target, que son amigos y familiares, hablarán de esto de forma espontánea y sin dedicarle mucho tiempo, con lo que lo que me he preparado es suficiente para esquivar todas las manipulaciones de los medios de comunicación y poder hablar sin decir barbaridades o reflexiones vagas.
Si participara en tertulias políticas, conferencias o cualquier cosa de seria o con mucho alcance, sin duda tendría que leer y asesorarme mucho más para poder hablar de un tema que no es de mi competencia. Pero a nivel usuario creo que está bien con leer unos cuantos blogs al estilo de este.
En Ingeniería pasa igual. Cojamos el caso del famoso vídeo del puente colgante que tiró el viento http://youtu.be/j-zczJXSxnw?t=2m37s
Podríamos leer tochos y tochos y tochos sobre por qué se cayó el puente. Y serían ciertos. Pero a nivel de calle, no sirven (tendrías que dar una clase de Física antes de explicar nada, igual que en otros casos necesitaríamos una clase de Derecho). O te puedo dar una explicación sencilla, válida y que puedes entender y explicar a otros:
¿Sabes lo de la pala de ping-pong con una cuerda elástica y una bola? (o el globo hinchable que es una esfera y tiene un elástico) ¿Te has fijado en que si procuras darle en cada golpe la misma fuerza en el momento exacto la bola cada vez llega más lejos? Eso se llama resonancia.
Pues el puente de Tacoma se cayó porque la estructura entró en resonancia con el viento y empezó a vibrar. Y como el viento ese día venía del mismo lugar y de forma estable, el puente vibraba cada vez más y más hasta que se vino abajo. Es como si el viento fueras tú, aplicando siempre la misma fuerza a la estructura del puente, que sería el elástico y la bola.
Fin. 2 párrafos para que cualquiera lo entienda. ¿Hacía falta hablar de la superposición de las amplitudes de las ondas de la misma frecuencia sobre el puente y de aspectos sobre resistencia de materiales, elasticidad o mecánica de fluidos? No. Pero sólo con esa explicación tú vislumbras que detrás está todo eso respaldándolo (si bien sólo lo sospechas). ¿Hace falta saber todo eso en un debate serio? Sí.
Pues igual. La divulgación es un verdadero arte, como decía Einstein «no entiendes algo verdaderamente si no eres capaz de explicárselo a tu abuela».
(añado que el tema de la resonancia está más que corregido, hoy las estructuras no caen por eso)
Pues bien, volviendo al tema sobre cómo opinar (que es de lo que va el artículo), aquí está el punto en el que difiero: no se trata de que todos seamos expertos juristas o ingenieros. Lo suyo es que cada uno sea consciente de su nivel de conocimiento y que adecue su capacidad de opinar al nivel del resto de opinantes y al alcance de sus opiniones.
Distingamos 2 grupos:
-> Todos los que salen en los medios de comunicación: para poder opinar deberían ser expertos en la materia capaces de convertir la explicación densa y técnica en divulgación fácil de asimilar. El resto que se callen. Porque efectivamente (que es el propósito de este artículo) la tendencia actual es que cualquiera opina de cualquier cosa y con todo lujo de detalles para ilustrar sus barbaridades (y lo peor, a veces el espectador considera que es creíble).
-> El resto de personas: nosotros deberíamos conocer en profundidad aquello a lo que nos dedicamos y nos gusta y para poder opinar del resto de cosas, a nivel de divulgación todos los demás saberes (en vez de las falacias que tenemos en la cabeza, como que un producto etiquetado como «natural» es mejor que uno que no lo es, pero no voy a extenderme, el que quiera saber más que se pase por Scientia http://scientiablog.com/2012/11/20/carta-de-un-quimico-a-leo-messi/)
Por si no ha quedado claro, insisto en la idea central de mi comentario:
no creo que todos debamos ser «extraterrestres» para poder opinar sobre algo, sólo basta con tener argumentos sólidos que comprendamos y provengan de una fuente fiable.
Creo que me he extendido demasiado, pero un apunte sobre más cosas que se pueden hablar a raíz de esto: la necesidad de enseñar en los colegios a informarse uno mismo correctamente sobre cualquier tema, a reconocer y evitar las falacias clásicas en nuestro día a día y a evolucionar nuestros pensamientos: cuando defender una opinión y cuándo asumir que una opinión es equivocada y debe cambiar (propia o ajena).
Suena lejano, pero espero vivirlo 🙂
Muchas gracias por este artículo: hacía mucha falta.