Agosto en Babilonia o Qaphqa

Primero, esta foto antigua de galgos, en pleno sprint en un viejo caEn pleno “sprint”. Los perros toman la salida en pos de una liebre falsa en el Canódromo Meridiana, en 1995.nódromo. Y se va a empezar con un cuento de Jorge Luis Borges, titulado «La lotería en Babilonia«.

Por historia larga de contar y apasionante y corta de leer, había en Babilonia buzones anónimos para hacer llegar informaciones a manos de la autoridad -la todopoderosa «Compañía»-, y esta así disponía de datos falsos o verídicos para adoptar decisiones graves sobre el futuro de los delatados.

«Para indagar las íntimas esperanzas y los íntimos terrores de cada cual, disponían de astrólogos y de espías. Había ciertos leones de piedra, había una letrina sagrada llamada Qaphqa, había unas grietas en un polvoriento acueducto que, según opinión general, daban a la Companía; las personas malignas o benévolas depositaban delaciones en esos sitios. Un archivo alfabético recogía esas noticias de variable veracidad«.

Disculpe que no se incluya foto de letrinas de Qaphqa, pero es que Qaphqa no existe, aunque naturalmente habrá observado usted la identidad fonética entre «Qaphqa» y «Kafka», que Borges no daba puntada sin hilo. A cambio, fotos de dos antiguas letrinas públicas que sí existieron. Aquí estas de Mérida y más abajo, de Ostia, Italia; los romanos de la Roma clásica se reunían ahí para, entre otras finalidades simultáneas, entretenerse con charletas, dicen los que saben; entonces no había Twitter. Y sigamos con el cuento de Borges:

«esos leones y ese recipiente sagrado, aunque no desautorizados por la Compañía (que no renunciaba al derecho de consultarlos), funcionaban sin garantía oficial«.

Delaciones por buzones anónimos que no se sabe si de verdad sirven o no. ¿Le suena a algo vagamente? Pues es muy parecido al kafkiano caso, este mismo agosto, «curiosamente» dos días después de publicarse la reforma laboral, del buzón para denuncias anónimas contra el fraude laboral de desempleados; puede leer sobre ello, si está interesado -lo que esta bloguera duda-, en este post del blog de la asociación ANDET de defensa de los trabajadores. Los buzones anónimos ya periodísticamente tan obsoletos son una de tantas liebres falsas -más gibraltares de despiste– que nos largan de un tiempo a esta parte. Tan insignificante y lejanísima esta liebre falsa en concreto que a usted ya se le ha olvidado, a pesar de que apenas hace unos días puede que se haya indignado o reído al leerlo, o incluso, si tiene Twitter, haya hecho su RT reglamentario, o incluso sea de los que inundaron el ya-no-famoso buzón anónimo con denuncias del aún-sí-famoso «finiquito diferido» del Sr. Bárcenas. Sí; tras esfuerzos de muchos para sostener que sí, que no, que caiga un chaparrón, esto «ya no es de actualidad», adiós, adiós, y a otra cosa, mariposa, y ya nadie sabe ni se acuerda en qué quedó la kafkiana noticia de la letrina sagrada Qaphqa, ni importa. Pero aquí, un recordatorio, no obstante, para que usted compruebe con qué …………….. [ponga usted el sustantivo que considere oportuno] nos distraen la atención de lo importante.

El Ministerio de Trabajo, al parecer por eMinisterio de Empleo y Seguridad Socialsa nueva fuente de Derecho llamada «el comunicado de prensa«, nos informó de la creación de un buzón para denuncias anónimas; enlace al formulario oficial de denuncias aquí.  En la web del Ministerio la Sra. Ministra explica que «la lucha contra el fraude laboral es responsabilidad de todos«, lo cual extraña porque la responsabilidad no es «de todos», sino de la Sra. Ministra. Por cierto, el Ministerio de Trabajo ya no se llama así sino como figura en la imagen; el trabajo misteriosamente ya no merece ni la dignidad de figurar en el nombre de un Ministerio.

Huelga ya insistir en lo olvidado-olvidable, pero dicen los que saben que la normativa laboral y de seguridad social no autoriza que se tramiten denuncias anónimas. O se tramitan denuncias anónimas con ánimo de obligar a defraudadores laborales de toda índole a que anulen en los juzgados sus sanciones, o piensan cambiar la normativa, o van a hacer lo que en el momento de redactar estas líneas fue lo último que a esta bloguera consta que dijeron, s.e.u.o., o sea, admitir denuncias anónimas, no tramitarlas como denuncias y en cambio actuar de oficio, lo cual en Derecho se llama «fraude de ley». Por otra parte, una denuncia anónima puede dejar de serlo si se efectúa vía internet, pues salvo que se haga desde un cibercafé, el denunciante, o su ordenador, podrían ser, si se quisiera, identificados, aunque cuesta dinero y esfuerzo la localización y con frecuencia sea casi imposible o sin el casi. ¿Y en vía administrativa? Lea al ilustre magistrado José Ramón Chaves, en su veterano e imprescindible blog, el blog de Sevach, que en post de lectura muy recomendable lo dice claro, hablando de la dificultad jurídica de ocultar la identidad del denunciante: perseidas1no se puede tirar la piedra y esconder la mano”. Se mire por donde lo mire, no hay por dónde cogerlo.

Pero da igual todo esto, porque esto salió, estalló y se apagó, lágrimas de San Lorenzo de agosto, y ya es papel viejo y amarillento, si es que puede amarillear internet.

O, sea, liebres falsas.

Las liebres son animales muy útiles. Sirven como pretexto para que digan que dan liebres pero dar gatos; esto es cotidiano, y se llama «rueda de prensa» o «exposición de motivos» de las leyes. Sirven también para considerar los que mandan que estamos todos en un canódromo, y unos corren detrás de la liebre falsa, y otros dejan de mirar lo que importa a cambio de mirar las carreras con entrada -lea la foto- «obsequio de la casa», en beneficio de apostadores. Y arde fugazmente Twitter con los fuegos fatuos de las denuncias anónimas y las sucesivas liebres falsas análogas, calentado por los colaboracionistas medios de comunicación tradicionales; no arde ni fugaz ni permanentemente con las cosas que de verdad importan. Las portadas se dedican a un señor al que se ha indultado y desindultado -eso es de anteayer pero a usted ya le recuerda vagamente a Prehistoria, claro-, a la repetida cuestión de Gibraltarguadianesca que reaparece  cuando interesa, por ejemplo ahora [grítese «Gibraltar español» cuando interese]– y todo eso entra, hierve en sucios espumarajos, y sale, y mañana estará olvidado, porque interesa así a los medios de comunicación, porque interesa así a los poderes fácticos, mientras se consolida el resto de lo que no se habla, y que no olvidarán nunca los millones de personas a los que les afecte, mientras los demás ni siquiera sabrán que existe. Usted, por ejemplo, no sabe que se están señalando juicios laborales para 2016; lo sabría si fuera un trabajador y le tocara la china. Usted no sabe de qué va la reforma laboral; lo sabría si le pillara a usted. Usted no sabe que ya prácticamente solo recurren sentencias desfavorables los bancos y el Estado, porque los particulares no pueden pagar las tasas judiciales inconstitucionales; y no lo sabrá nunca porque usted nunca tendrá un problema con un banco, nunca sufrirá un accidente que le obligue a pleitear ni nunca lo dejará tirado una constructora porque esa cosas, claro, solo les pasan a los demás. Por cierto, ¿se ha fijado ha usted que en la imagen del billete de entrada al canódromo se indica que caduca a las 48 horas? Como las «noticias» con las que distraen. Los perjuicios sufridos por lo que pierden derechos, sin embargo, son permanentes.

No obstante ser insignificante liebre de trapo, la denuncia anónima resulta más interesante que otras liebres falsas. Es triste síntoma de descomposición moral y de preocupante planteamiento Antiguo Régimen, con el añadido, y vaya esto entre paréntesis, de que no deja de resultar paradójico que tanto escandalizara a las redes sociales en tiempos en los que es habitual y casi impune el insulto anónimo en ellas.

Denuncias anónimas, vaya tema vidrioso de larga tradición  en cuanto a su existencia y en cuanto a su carácter vidrioso, y con desagradable olorcillo. Ha dado lugar incluso en Penal a pronunciamientos del Tribunal Supremo. Por ejemplo, la sentencia de 11 de abril de 2013 cita sobre denuncias anónimas hasta la Novísima Recopilación, vetusto texto legal no vigente delañodelatana, para llegar a la conclusión de que las denuncias anónimas son admisibles en procedimientos penales -ojo, no trata de administrativos- en ciertas circunstancias; pero dice estas clarísimas palabras sobre la delación  en el contexto de vía penal, aplicables a toda delación:

«Ha de recordarse que la confidencia puede ocultar un ánimo de venganza, autoexculpación, beneficio personal, etc., así como el antiguo brocardo de que «quien oculta su rostro para acusar, también es capaz de ocultar la verdad en lo que acusa».

Y ya que van por ahí los tiros de la creciente indignidad moral que recurre ya hasta a estos artificios de buzones anónimos con lo que ya más que escándalo provoca risa, esta bloguera ofrece una propuesta de mejora, puestos a utilizar buzones. Si en Venecia existía una «boca del león» para denuncia anónimas, existe en Roma una «boca de la verdad», en italiano «bocca della verità«. Ya sabe: un antiguo relieve, de la Roma clásica, enorme máscara de piedra de utilidad real dudosa, que al parecer era buzón en acepción 3ª de «conducto artificial o canal por donde desaguan los estanques«; se dice que si se metía  la mano en la boca abierta, la boca mordía al que mentía. Utilísimo y barato detector de mentiras según testimonios medievales. bocca della veritàEsta bloguera propone que se hagan 17 copias, una por cada Comunidad Autónoma, y se obligue a todos los parados y a todos los banqueros a meter la mano en la boca con la periodicidad que nuestro ilustrado Gobierno considere oportuno. Si el parado está trabajando en negro le morderá, y si el banquero está haciendo mal uso de los ingentes fondos públicos recibidos o incumpliendo sus obligaciones, también. ¿O no le parece bien que se obligue a meter la mano a los parados y sí a los banqueros o viceversa? Si le parece, podemos extenderlo incluso a políticos, especialmente si ostentan responsabilidades de gobierno, e instalar uno más en las Cortes, donde hay que ver las cosas que se dicen en plan Pinocho. ¿O el problema es que le parece que no va a funcionar porque es absurdo, ilegal y ficticio, o sea por decirlo claramente, una verdadera tontería? Qué casualidad, y ya somos dos, pues esta bloguera opina lo mismo, pese a proponerlo; y lo mismo de las denuncias anónimas, que además producen tanto asco como las letrinas kafkianas, en sus dos usos de la época borgiano-babilónica.

Por cierto, Dante en «La Divina Comedia» reservó la peores penas de su infierno a Judas, «el gran delator«. Se ilustra esto con un cuadro del siglo XV de Domenico di Michelino. Ya lo ve: tiene muchos colorines, sale Dante y es alegre, y no como cualquiera de las muchas imágenes de Judas pasándolo fatal en el infierno, porque, qué caramba, ahora estamos en Babilonia, pero hay que ser optimistas. Si no quiere usted dedicar su tiempo a cazar alimañas peligrosas de las de verdad, de las que ya están y las otras que son ya inminentes y se echan encima –reforma laboral, tasas judiciales, ataques a la independencia judicial, Ley de Planta, Código Penal, Justicia Gratuita, Código Procesal Penal, esas y otras cosillas del año y el otoño caliente que a usted le quemarán mientras le hablan de liebres de trapo-, mejor que correr detrás de esas nuevas liebres de trapo que vayan sacando puede ser una idea dedicarlo a lo que usted le dé la gana, por ejemplo, si permite la sugerencia, a buena literatura. Feliz verano que ya acaba, y si tiene usted un rato para dedicarlo a delaciones, puestos a escoger, lea lo que sobre delaciones escribieron Borges o Dante, o Edgar Allan Poe en su cuento «El corazón delator«. Eso que saldrá ganando, oiga, y no tiene más que comparar.

Verónica del Carpio Fiestas

Acerca de Verónica del Carpio Fiestas

Abogada desde 1986. Colegiada ICAM nº 28.303 Profesora de Derecho Civil en el Departamento de Derecho Civil UNED desde 1992 Despacho profesional: C/ Santísima Trinidad, 30, 1° 5, 28010 Madrid (España) Tf. (+34) 917819377 e-mail veronica@delcarpio.es En Twitter @veronicadelcarp
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